Para Ariel, actuar es una búsqueda de la justeza, del tono, de la frase, de la intención. “No estamos engañando a nadie, más bien, al contrario, estamos buscando no engañarnos a nosotros mismos y, a partir de esa verdad nuestra, lo que buscamos va a llegar”, acotó.
Los inicios escénicos
Muñoz empezó en 1997, por recomendación de una maestra del colegio. Teco Rivera, del Taller de Luis Bredow, fue su primera instructora; después llegaría su gran oportunidad con la directora francesa Pascale Bongiovanni. Ya para 2004 había decidido abandonar su carrera de ingeniería y dedicarse íntegramente al teatro en la Escuela Nacional de Santa Cruz.
“No hay ninguna valentía en saber que lo que estás haciendo lo haces con cariño”, indica Muñoz y agrega: “Eso deberíamos tener todos, una dedicación, un trabajo del qué vivir, no del que comes sino del que vives, y vivir bien, no en el sentido alimenticio-físico, sino del alimenticio-espiritual”.
Futuro
Ariel quiere fortalecer la Asociación de Actores de Trabajadores de Teatro (Asatt), que preside, y crear más obras. Un proyecto ambicioso es montar la obra Ay, Carmela, junto con su esposa y también actriz, Glenda Rodríguez, y ser dirigidos por Marcos Malavia, otro de sus grandes maestros.
Al final dice: “Si tienes claridad de hacer lo que haces lo harás bien, no porque te dediques, no porque te esfuerces, no porque eres responsable, sino porque tienes la claridad de lo que estás haciendo”
Perfil
En la escena de la vida
Lorenzo Ariel Muñoz nació en Cochabamba el 2 de enero de 1980. Se inició en el Teatro del Umbral y después creó sus propios elencos. Se formó en la Escuela Nacional de Teatro. Ganó el festival Peter Travesí con la obra Las tres viejas y actuó en la película Guerrilla del estadounidense Steven Soderbergh.
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